miércoles, 3 de febrero de 2010

CON EL PINTOR PENQUISTAS HECTOR ROBLES ACUÑA

POESIA

HAN CORTADO UN ARBOL

Cerca de mi casa
han cortado un arbol,
no importa si fue
un hualle plateado,
el de los dihueñes
al paladar gratos,
un coigüe, un cipres,
un esbelto alamo,
o un aromo, abierto
como un relicario,
con sus gemas de oro
fino y perfumado.

Son todos, amigos
que hasta el camposanto
llevan con bondad
piadoso recado,
y cuando la luna,
cual suave sudario,
a los blancos nichos
lo vuelve mas palidos,
ha oido a los arboles
conversar muy bajo,
en lenguaje etereo
con buenos y malos,
para su tedio
librarlos un rato.

Cerca de mi casa
alguien mato un arbol,
con aquel sadismo
del criminal nato.
Es un templo menos
para que los pajaros
levanten al cielo
sus pristinos salmos,
es un martir mas,
otro condenado
por sembrar el bien,
por ser puro y santo.
Cristo y San Francisco
amaron el sandalo
y un zarzal dio rosas
gracias a sus manos.
Cuando muera ese hombre,
ese hombre antiarbol,
su alma empedernida
¡que va a hacerse tallo,
flor, que juguetee
del viento en sus brazos!
si nunca un alagrima
la ablando en su llanto,
ni de una sonrisa
la ilumino el rayo,
ni tremolo el trino
de un rapsoda alado;
alma empedernida,
quiza, si en un páramo
penará en los frios
ojos de un lagarto.

YO ACUSO
acuso y condeno, a aquellos libelistas y poetastros gregarios, unidos,
talvez, porque el diablo es colorado, en tenebroso contubernio,
que gozan de graciosos privilegios, postergando o lapidando
a los verdaderos poetas.
Por absurda paradoja, cantan y se pagan los "versos", ¿versos?,
¡que he dicho!, y aunque nada vale, ya que la basura literariano se puede reciclar,
los veremos aparecer en, por aberrantes, ilegibles ANTROLOGIAS, de las que
no estan siempre ausentesentre los ANTRODROGADOS; floripondios y pedantes catedraticos.
¡dios me libre de ellos! y sus contaminantes disparates.

RENCOR
¡Quien pudiera olvidar viejos rencores!
lavar el corazon, en un agua clara,
y ver, como se lleva aquel veneno,
el dulce estero, que del cerro baja.

¡Quien pudiera olvidar viejos rencores!
que ortigan dia ynoche, la pobre alma,
¡desprenderse del odio que deprime!,
como deja el insecto, a su crisalida.

Una hostia de luna, quizas logre
redimirme, de esta hiel amarga,
al aventar pasiones, cual las sombras
de la noche mas negra, logra el alba.

¡Quien pudiera olvidar viejos rencores!
lavar el corazon, en un agua clara,
y ver, como se lleva aquel veneno,
el dulce estero, que del cerro baja.

martes, 2 de febrero de 2010